jueves, 12 de junio de 2008

Milonga


Sobre las mesas, botellas decapitadas de “champagne” con


corbatas blancas de payaso, baldes de níquel que trasuntan


enflaquecidos brazos y espaldas de “cocottes”.


El bandoneón canta con esperesos de gusano baboso, contradice



el pelo rojo de la alfombra, imanta los pezones, los


pubis y las puntas de los zapatos.


Machos que se quiebran en cuarto ritual, la cabeza hundida


entre los hombros, la jeta hinchada de palabras soeces.


Hembras con las ancas nerviosas, un poquito de espuma


en las axilas, y los ojos demasiado aceitados.


De pronto se oye un fracaso de cristales. Las mesas dan


un corcovo y pegan cuatro patadas en el aire. Un enorme


espejo se derrumba con las columnas y la gente que tenía



dentro; Mientras entre un oleaje de brazos y de espaldas estallan


las trompadas, como una rueda de cohetes de bengala.


Junto con el vigilante, entra la aurora vestida de violeta.




Oliverio Girondo

Bueno Aires, octubre, 1921

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